Cuando en el corazón se apiñan los secretos, y arden los ojos por las quemantes lágrimas, y las costillas parecen estallar con el creciente confinamiento del corazón, no se puede hallar otra expresión de ese laberinto salvo una oleada de liberación como ésta. Las personas melancólicas gozan lamentándose, y los amantes hallan alivio y condolencia en sus sueños, y los oprimidos se deleitan cuando causan conmiseración.
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